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Hipereficiencia con IA para potenciar las capacidades humanas
Con estructuras más compactas, y herramientas de IA como aliadas, cada vez más pymes logran niveles de eficiencia dignos de grandes corporaciones. No se trata de reemplazar personas, sino de potenciar talento, agilizar procesos y escalar con inteligencia.
A nivel de gestión de empresas pequeñas y medianas, se empieza a hablar cada vez más seguido de “eficiencia exponencial” como un concepto que ya no pertenece solo a los gigantes tecnológicos. Hoy, organizaciones con estructuras pequeñas o medianas están logrando niveles de productividad y escalabilidad impensados hace apenas cinco años. ¿El motor? La inteligencia artificial, usada no como reemplazo, sino como acelerador del talento humano.
“La IA permite repensar cómo se organiza y ejecuta el trabajo para lograr niveles de eficiencia que eran impensados hasta hace muy poco”, explica Damián García, líder de IA Generativa en Ingenia, empresa especializada en procesos de integración tecnológica. La frase no es menor: se trata de un cambio de paradigma que va más allá de la automatización mecánica o la reducción de costos, hacia un rediseño de cómo se trabaja, con quién y con qué herramientas.
Aunque los equipos ultra compactos alimentados por IA generativa parecen marcar el pulso del futuro, García no cree que eso signifique el fin de los modelos corporativos tradicionales: “Lo que sí creo que estamos presenciando es una nueva alternativa de organización, apalancada en la tecnología”, aclara, y agrega: “Incluso las grandes estructuras tienen una oportunidad enorme si logran reorganizarse con mentalidad de startup, derribar silos, adoptar IA de forma estratégica y rediseñar sus modelos operativos”.

Lo que García enfatiza es que no se trata de plantear la disyuntiva “IA o personas”, “grande o chico”, sino que el desafío es agilidad o rigidez. “Las organizaciones que sepan integrar IA con propósito pueden mantener volumen sin perder dinamismo”, destaca.
La inteligencia artificial como potenciadora
En este sentido, uno de los dilemas centrales es cómo encontrar el equilibrio entre automatización y supervisión humana. Y ahí García es claro: “En algunos procesos, la IA puede actuar como copiloto. En otros, puede asumir directamente el rol de piloto, por ejemplo, en tareas predecibles y con margen de error bajo”.
Pero el punto de fondo no es el nivel de intervención, sino la gobernanza tecnológica: definir qué se automatiza, por qué y cómo se supervisa. “Lo importante es tener criterios claros, canales de intervención humana y monitoreo constante de sesgos y rendimiento”, señala.
El fenómeno no es abstracto. “En Argentina y en la región hay muchas startups que ya están integrando IA no solo como herramienta interna, sino como parte central del modelo de negocio”, cuenta García. Las áreas donde más se ve esta transformación son tecnología, marketing, ventas y atención al cliente.
Entre los usos concretos, desde Ingenia destacan la creación de contenido personalizado para prospectos; la automatización de campañas de email o propuestas comerciales; asistentes virtuales para soporte, ventas, logística o gestión de stock; copilotos para desarrollo de software, testing, debugging y revisión de seguridad; y, por último, motores de recomendación y resúmenes automáticos para productos digitales.
“La IA no reemplaza al equipo: lo expande, acelera y ordena”, resume García. Ese principio es lo que explica el auge de las empresas autónomas, que pueden incluso competir con estructuras tradicionales con equipos más pequeños gracias a tener el enfoque, las herramientas y el acompañamiento adecuado.
IA para pymes: sin magia, con estrategia
Pero, ¿qué pasa con las pequeñas y medianas empresas que quieren incorporar IA y temen que eso implique recortes o despidos? Para García, el secreto está en dónde se pone el foco: “Es cierto que uno de los objetivos puede ser reducir costos, pero esa no debería ser la única motivación, ni la más inteligente a largo plazo”.
Cuando la IA se usa como potenciador, no como reemplazo, lo que cambia es el impacto: se eliminan tareas repetitivas, se gana tiempo para lo estratégico y el rol de las personas evoluciona en lugar de desaparecer. “Las personas aprenden a trabajar con IA, no contra ella”, destaca.
Eso sí, no alcanza con sumar herramientas al azar. Hace falta un plan claro, que incluya, entre otros, identificar los puntos de dolor del negocio, elegir herramientas alineadas a los objetivos reales, capacitar a los equipos, rediseñar procesos de forma integral y acompañarse de socios con experiencia en este tipo de transformación. En lugar de pensar en la IA como amenaza, este nuevo modelo de empresa la pone en el centro como aliada. Una herramienta capaz de liberar capacidad creativa, optimizar la toma de decisiones y llevar a equipos compactos a niveles de rendimiento típicos de estructuras mucho más grandes.
“Muchas veces, lo mejor no es adoptar IA para ‘no quedarse afuera’, sino entender cuál es el propósito detrás de esa decisión. Cuando eso está claro, la implementación fluye”, concluye García. La hipereficiencia, subrayan como cierre desde Ingenia, no significa deshumanización, sino por el contrario, poner a la tecnología al servicio de lo que realmente importa para el negocio.
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