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El salto de la IA hacia el mundo real con agentes que ejecutan
Los protocolos de contexto para los modelos pueden ayudar a integrar servicios financieros desde marketplaces, ERP o apps de movilidad, por ejemplo, sin necesidad de conexiones únicas, solo usando grandes modelos de lenguaje (LLM).
La inteligencia artificial está dejando de ser solo una interfaz para texto y se está convirtiendo en un agente capaz de actuar directamente en el mundo digital. Modelos como el MCP (Model Context Protocol) están cambiando la forma en que conectamos una IA con la realidad, no como un producto aislado, sino como un estándar en desarrollo.
Podemos imaginar modelos como ChatGPT, Claude o Gemini como el cerebro, ojos y oídos de una inteligencia artificial, pero sin manos ni pies para actuar. MCP dota a estos modelos de la capacidad para “moverse”: ejecutar instrucciones, interactuar con API y transformar información en acciones concretas, como enviar o recibir dinero, crear cuentas o validar transacciones, todo sin intervención humana directa.
En el sector financiero, los Model Context Protocol convierten a los grandes modelos de lenguaje (LLM) en agentes operativos, capaces de realizar llamadas a API, crear cuentas virtuales y procesar transacciones dentro de límites definidos. Un protocolo estándar permitiría que marketplaces, sistemas de planificación de recursos empresariales (ERP) o apps de movilidad integren servicios financieros sin desarrollar conexiones específicas para cada proveedor, acelerando la innovación y reduciendo el trabajo técnico repetitivo.
Este cambio permite que pequeñas y medianas empresas, así como startups e incluso usuarios finales, accedan a capacidades financieras que antes estaban reservadas a grandes corporaciones con un fuerte músculo tecnológico. El protocolo estandariza la integración y elimina gran parte de la complejidad técnica, reduciendo la necesidad de desarrollos costosos a la medida. En ese sentido, lo que realmente se democratiza no es la IA en sí, sino la posibilidad de acceder a infraestructura financiera con capacidades avanzadas gracias a ella.
Pero, entre la visión y la puesta en marcha hay fricciones que no se resuelven solo con código:
- Primero, la fragmentación de los sistemas A2A (cuenta a cuenta): lo que funciona en un mercado no se replica automáticamente en otro. Escalar exige capas de interoperabilidad regional.
- Segundo, el vacío legal: ¿quién asume la responsabilidad si un agente realiza una transferencia errónea?
- Tercero, la seguridad: ya no hablamos solo de parches en un stack, sino de ataques dirigidos a “hackear” prompts o manipular las instrucciones que alimentan al modelo.
- Finalmente, la explicabilidad: si un modelo decide mover dinero, necesitamos trazabilidad y mecanismos para auditar por qué tomó esa decisión.
Estas limitaciones no invalidan la idea; la convierten en una oportunidad para la innovación responsable. Desde la industria se están creando infraestructuras robustas que permiten a los agentes inteligentes interactuar con la realidad financiera de forma segura y escalable.
El potencial es enorme, pero persisten interrogantes que deben resolverse entre diseñadores, reguladores, ingenieros y usuarios. Más que prometer omnipotencia, es momento de impulsar un debate técnico y ético que guíe el crecimiento de estas herramientas.
El futuro de los pagos no solo será más rápido: cambiará en su lógica. Cuando intención y ejecución confluyan de forma automatizada, la prioridad será definir quién decide, cómo se audita y cómo se protege al usuario. Esa arquitectura de control, más que la tecnología en sí, marcará la diferencia entre un progreso compartido y un problema nuevo disfrazado de comodidad.
Rodrigo Tumaián es coCEO y cofundador de la plataforma de banca abierta, Prometeo. Anteriormente, cofundó Truss Uruguay, y antes de eso trabajó como especialista de red en AT&T y como soporte técnico en Arnaldo C. Castro S.A. Estudió Redes y Seguridad Informática en la Universidad ORT Uruguay, y se ha enfocado en ciberseguridad enfocada en PCI DSS para el sector financiero. Desde 2017, forma parte de los fundadores de la Cámara de Fintech de Uruguay, y desde 2020 es su presidente.