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Transformación digital en Perú: Del entusiasmo a la gestión del dato y la ciberseguridad
Con solo el 3% del gasto total en TI destinado a ciberseguridad en 2025, el país enfrenta una brecha que obliga a replantear la transformación digital desde una mirada de riesgo, sostenibilidad y gobierno corporativo.
La inversión en tecnologías de la información en el Perú mantiene una curva ascendente, pero el debate ya no pasa solo por la adopción de más herramientas digitales. Para gerentes generales y líderes de sistemas, el desafío de los próximos años será gestionar el riesgo que acompaña este crecimiento: datos dispersos, arquitecturas fragmentadas y una superficie de ataque cada vez mayor.
En ese escenario, la transformación digital deja de medirse únicamente por la velocidad de la innovación y empieza a evaluarse por la capacidad de las organizaciones para gobernar, integrar y proteger sus activos digitales, en un contexto donde la ciberseguridad y la gestión del dato se vuelven estratégicas.
Ese reto se expresa de manera distinta según el tamaño de la empresa. Fernando Grados, director gerente de Dominio Consultores y analista senior del sector TI, explicó que el mercado empresarial peruano se analiza como una pirámide, claramente segmentada:
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En la cúspide, apenas unas mil empresas corporativas: bancos, holdings y grandes grupos industriales, que concentran el mayor poder económico, con facturaciones superiores a los 100 millones de dólares anuales.
Fernando Grados
- Les siguen entre 12 mil y 13 mil empresas medianas, un universo dinámico y volátil.
- A continuación, una base de alrededor de 120 mil pequeñas empresas que ya utilizan intensivamente tecnologías de la información.
De acuerdo con Grados, este mapa no solo revela la concentración económica del país, sino también profundas diferencias en madurez digital y capacidad de inversión, variables que hoy definen la competitividad y la sostenibilidad de los negocios en la economía digital.
Madurez digital y competitividad
En ese sentido, la transformación digital avanza con mayor claridad en las grandes empresas, especialmente en sectores como retail y finanzas, donde la presión por eficiencia y experiencia del cliente ha acelerado los cambios. El ejecutivo destacó que un factor decisivo ha sido la adopción de la nube: lo que hace diez años se usaba con cautela, hoy se ha convertido en el estándar.
Así, las principales proveedoras tecnológicas ya ofrecen sus soluciones directamente en entornos de nube, desplazando el modelo tradicional de licencias. Este giro no solo ha agilizado la transformación digital, sino que ha convertido a la tecnología en un eje estratégico del negocio, dejando en evidencia que la verdadera brecha no es de acceso, sino de visión y gestión del cambio.
Los retos: Información dispersa, soluciones aisladas
Por otro lado, Grados indicó que el crecimiento acelerado de la industria tecnológica tras la pandemia dejó una consecuencia menos visible: el sector creció con fuerza, pero de manera fragmentada y sin una estrategia clara de integración tecnológica y de datos.
El analista declaró que el desempeño del sector ya supera los niveles prepandemia de 2019, pero lo hace de forma explosiva y poco estructurada. Las empresas acumulan soluciones aisladas –sistemas ERP, MRP, CRM y de atención al cliente, entre otros– que generan múltiples bases de datos desconectadas entre sí. “El resultado es una abundancia de información dispersa y una enorme dificultad para convertirla en inteligencia de negocio. Es ahí donde la figura del Chief Data Officer (CDO) se vuelve crítica, no solo como rol técnico, sino como líder estratégico del dato, comparable al especialista en ciberseguridad que hace una década pasó de ser opcional a imprescindible”, reflexionó.
Los datos son los activos críticos de las organizaciones
En 2025, y de cara al 2026, la ciberseguridad se consolida como una preocupación estratégica, pero aún no como una prioridad transversal en todo el tejido empresarial. Mientras sectores regulados, como el financiero, están obligados por estándares internacionales a construir verdaderos muros de protección, buena parte de las empresas fuera de ese ámbito sigue subestimando el valor de su información.
Grados subraya que ese es un error conceptual: no manejar grandes volúmenes de datos no significa que estos carezcan de importancia. En un entorno digital cada vez más expuesto, cualquier base de datos –operativa, comercial o de clientes– puede convertirse en un activo crítico o en una puerta de entrada para ataques que comprometan la continuidad del negocio.
“El problema se agrava porque la dinámica del riesgo ya no juega a favor de las empresas. Hoy, el ciberdelincuente avanza más rápido que los sistemas de defensa: las organizaciones levantan barreras, pero los atacantes buscan permanentemente cómo romperlas. Las cifras lo confirman. En el Perú, la inversión total en tecnologías de la información en 2025 ronda los 5.500 millones de dólares (sin incluir telecomunicaciones) y apenas el 3 % de ese monto se destina a ciberseguridad, porcentaje que podría llegar al 4 % en 2026”, precisó el ejecutivo de Dominio Consultores.
Grados dijo que la brecha es evidente si se compara con el gasto en hardware y software tradicional. El desafío, más que tecnológico, es cultural y estratégico, pues se trata de generar conciencia de que la seguridad ya no es un complemento del crecimiento digital, sino una condición indispensable para sostenerlo.
El panorama de la transformación de las empresas peruanas, aún está lleno de brechas claras en integración, seguridad y liderazgo del dato. Por ello, subrayó Fernando Grados, aunque la inversión en tecnología sigue creciendo, la verdadera diferencia competitiva estará en la capacidad de convertir información en decisiones y de anticiparse al riesgo. Hacia 2026, la madurez digital ya no se medirá por cuántas herramientas se adoptan, sino por cuán preparadas están las empresas para gobernar y proteger su activo más crítico: los datos, concluyó el analista.