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Modelos adaptativos, arma efectiva en la batalla contra el fraude financiero

Muchas instituciones financieras siguen dependiendo de tecnologías tradicionales de prevención de fraude, como el análisis retrospectivo, que ya no pueden seguir el paso a las sofisticadas tácticas criminales actuales.

El 29 % de los consumidores declararon haber perdido dinero a causa de fraudes por correo electrónico, internet, teléfono o mensajes de texto en el último año, con un costo medio de USD$1.747 entre los encuestados de 18 países y regiones, según el “Informe sobre el fraude omnicanal” de TransUnion. Esta cifra es un claro recordatorio de la magnitud de los retos a los que se enfrentan las instituciones financieras. Con víctimas y profesionales de la seguridad sintiendo el peso del aumento de las tasas de fraude, nunca ha sido tan urgente cerrar las brechas sistémicas y mantener el ritmo frente a la velocidad y sofisticación de las organizaciones criminales modernas.

En los últimos años, la metodología de los atacantes ha evolucionado hacia un espectro más amplio de tácticas. Mientras algunos estafadores continúan confiando en métodos conocidos que siguen siendo efectivos, como lo demuestra el aumento del fraude con cheques en un 10 % de 2023 a 2024 en Estados Unidos, otros explotan tecnologías avanzadas como deepfakes impulsados por inteligencia artificial (IA) e identidades sintéticas. Hoy en día, los atacantes usarán lo que funcione, adaptándose rápidamente, probando defensas y explotando vulnerabilidades a medida que surgen.

Este enfoque es tanto audaz como sofisticado. Sin embargo, muchas instituciones financieras siguen dependiendo de tecnologías tradicionales de prevención de fraude que pueden tener limitaciones para enfrentar las tácticas criminales actuales. El resultado es una batalla asimétrica que se inclina a favor de los estafadores.

Las limitaciones de mirar hacia atrás

Los sistemas tradicionales de prevención de fraude pueden operar bajo la suposición de que los futuros ataques se parecerán a los del pasado. Este enfoque retrospectivo puede generar un retraso inherente entre la innovación criminal y la respuesta institucional, una brecha que los estafadores sofisticados logran explotar de manera rutinaria. Para cuando los patrones emergen de los datos históricos y se implementan nuevas reglas, las tácticas de fraude ya han evolucionado hasta volverse irreconocibles.

El problema se intensifica cuando surgen nuevas vías de ataque. La creación de identidades sintéticas ahora es algorítmica, lo que le cuesta a instituciones financieras millones de dólares al año, ya que los criminales generan miles de identidades convincentes con historiales de redes sociales y perfiles crediticios fabricados. Las voces y videos clonados mediante deepfakes pueden engañar incluso a analistas experimentados. Estas campañas coordinadas requieren capacidades de detección que los sistemas tradicionales basados en reglas tienen dificultades para proporcionar a escala.

Cada ataque exitoso exige un análisis posterior al incidente para entender cómo se eludieron los controles existentes, lo que representa un proceso reactivo que puede dejar a las instituciones en desventaja.

Por qué la inteligencia adaptativa puede igualar la innovación criminal

Los bancos necesitan sistemas que evolucionen al mismo ritmo que los estafadores. Los modelos adaptativos, diseñados para aprender y recalibrarse diariamente, combinan procesamiento en tiempo real, computación en memoria y algoritmos de autoaprendizaje para mantener altas tasas de detección con mínima intervención humana.

Estos sistemas ayudan a reducir las pérdidas por fraude al identificar nuevos patrones de ataque en tiempo real, analizando decenas de miles de señales en milisegundos mientras protegen la experiencia del cliente. En lugar de degradarse a medida que los criminales se adaptan, los enfoques adaptativos están diseñados para fortalecerse con cada interacción, ajustándose automáticamente a nuevos patrones y ayudando a sostener la precisión de la detección sin añadir fricción.

A nivel empresarial, estas plataformas procesan miles de millones de transacciones anuales en canales de banca digital, puntos de venta, cajeros automáticos y comercio electrónico. Al vincular datos de comportamiento, transaccionales y de red en perfiles de riesgo integrales, revelan no solo incidentes aislados de fraude, sino ataques coordinados y esquemas de lavado de dinero que abarcan múltiples puntos de contacto.

A diferencia de los sistemas tradicionales, una de las principales fortalezas de esta tecnología radica en identificar redes completas de fraude en lugar de transacciones aisladas. Al mapear relaciones entre cuentas, dispositivos y patrones de comportamiento, estos sistemas pueden detectar ataques coordinados antes de que se conviertan en pérdidas significativas.

Más allá de las capacidades de detección, la inteligencia adaptativa transforma la eficiencia operativa. A medida que estos sistemas aprenden de cada transacción e intento de ataque, sus capacidades de detección se fortalecen continuamente, creando una ventaja defensiva que crece con el tiempo. Al mismo tiempo, los bancos enfrentan menos falsos positivos, reducen las pérdidas por fraude y bajan los costos operativos, mientras que los clientes disfrutan de experiencias más fluidas y menos disruptivas.

Además, cuando los sistemas consolidan datos de múltiples fuentes y canales, los analistas dedican mucho menos tiempo a buscar información dispersa y más tiempo a tomar decisiones críticas. El resultado es una resolución de casos más rápida, menos escalaciones y un enfoque más preciso en las amenazas que realmente importan, permitiendo que los equipos dediquen menos tiempo a revisiones manuales y más tiempo a proteger a los clientes y salvaguardar los ingresos.

Las instituciones financieras se enfrentan a un punto de inflexión estratégico, subrayando la urgencia de que las entidades consideren evolucionar sus defensas para mantenerse al ritmo de amenazas cada vez más sofisticadas. La pregunta es qué tan rápido pueden implementarlas para recuperar la ventaja, ofreciendo recorridos más fluidos para los clientes, mayor confianza y una ventaja duradera contra los criminales del futuro.

Alyssa Iyer es experta en soluciones contra el lavado de dinero (AML) en Lynx. Anteriormente, fue emprendedora residente en Forgepoint Capital, donde investigaba soluciones emergentes de tecnología regulatoria y apoyaba a empresas en la aplicación de tecnología de cumplimiento normativo, y ocupó el cargo de directora de la Unidad de Delitos Financieros de PwC. Tiene una amplia experiencia en la prevención de delitos financieros y soluciones tecnológicas.

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