Energía y carbono, costos invisibles de la nube

El desempeño de las emisiones se está convirtiendo, junto con el costo y la disponibilidad, en una consideración práctica en la estrategia de TI, afirma Nutanix.

Desde afuera, un centro de datos es silencioso, sin ventanas, inmóvil. Pero, tras esas paredes, un rugido constante de actividad impulsa nuestra vida digital y, con cada clic y consulta, algo invisible, pero poderoso se construye. Los datos que impulsan nuestras vidas se alojan en racks de máquinas fuera de la vista y, con demasiada frecuencia, fuera de la mente. Calculamos el costo de TI en dólares, tiempo de inactividad y datos; pero rara vez consideramos la métrica que podría ser más importante en los próximos años: las emisiones de carbono.

A menudo imaginamos la infraestructura digital como limpia, liviana e invisible. Sin embargo, en el momento en que un cliente accede a una aplicación y finaliza una transacción, se consume electricidad y se libera carbono. Si multiplicamos esto por millones de cargas de trabajo que se ejecutan continuamente en todo el mundo, el impacto se vuelve innegable.

Ahora, imagina a un director de tecnología observando dos centros de datos con la misma funcionalidad. Ambos cumplen con la normativa vigente, ambos ofrecen el tiempo de actividad requerido, pero uno opera en una región alimentada principalmente por energías renovables. Esa decisión, a menudo basada en el costo o la proximidad, también podría representar un paso significativo hacia el cero neto. Nos acercamos a un futuro en el que tendremos que diseñar estrategias digitales teniendo en cuenta la sostenibilidad. 

Las operaciones digitales tienen una huella física

El costo del carbono asociado a la gestión de cargas de trabajo ya no es solo una preocupación teórica. Para las empresas con objetivos públicos de sostenibilidad u obligaciones de cuidado del medio ambiente, es un factor de presión real y creciente.

Las aplicaciones y servicios modernos dependen de una extensa infraestructura de TI y, si bien los servicios digitales pueden no producir humo ni gases de escape directamente, los servidores que los respaldan sí consumen mucha energía. Al estar en el núcleo de los ecosistemas digitales actuales, se espera que la demanda energética de los centros de datos siga creciendo. Según Goldman Sachs Research, ese consumo de energía podría aumentar en un 160 % para 2030, lo que hace que la necesidad de opciones de infraestructura más eficientes y sostenibles sea aún más urgente.

Reducir las emisiones sin comprometer el rendimiento

La idea clave es que las emisiones no son fijas. Una misma carga de trabajo puede generar emisiones muy diferentes según dónde se ejecute y cómo esa región genere electricidad. Según lo que hemos observado en Nutanix, incluso pequeños cambios en la ubicación de las cargas de trabajo, en particular hacia regiones que utilizan energía más limpia, pueden generar ahorros reales de emisiones, sin afectar el diseño de las aplicaciones ni la experiencia del usuario.

De hecho, las organizaciones que utilizan el “Estimador de carbono y energía” de Nutanix han descubierto que pequeños ajustes en la distribución de la carga de trabajo o en los patrones de utilización pueden generar ahorros significativos de carbono. Por ejemplo, trasladar una carga de trabajo de virtualización general con 200 máquinas virtuales (VM) de Polonia a Francia podría reducir las emisiones anuales estimadas de 34 toneladas métricas de CO2, equivalentes (MTCO₂e) a tan solo 2 MTCO₂e.

Esto significa que el desempeño de las emisiones ahora puede considerarse, junto con el costo y la disponibilidad, como una consideración práctica en la estrategia de TI.

Más allá de la geografía, los equipos de TI también pueden reducir las emisiones al seleccionar proveedores de coubicación o de nube pública que operan con bajos costos. Trasladar ciertas cargas de trabajo a la nube pública, donde la infraestructura se optimiza a escala, puede contribuir a un ahorro significativo de carbono. Un estudio de Gartner sugiere que, en algunos casos, los proveedores de nube pública pueden producir entre un 70 % y un 90 % menos de emisiones de GEI (gases de efecto invernadero) que las salas de servidores tradicionales, los centros de datos propios y las instalaciones de centros de datos de tamaño mediano.

Sin embargo, la nube pública no es la solución milagrosa para la sostenibilidad. Si bien ofrece simplicidad y escalabilidad, a menudo implica una pérdida de visibilidad y control, especialmente en lo que respecta a los informes de emisiones y el abastecimiento regional de energía. Para algunas organizaciones, la infraestructura local o en el mismo lugar puede ofrecer una mejor vía para la rendición de cuentas, incluso con la sobrecarga adicional de medición.

Un imperativo estratégico, no un proyecto secundario

Cada vez se reconoce más que la sostenibilidad no es solo un aspecto de la RSE. Se está convirtiendo en un requisito empresarial, desde las expectativas de los clientes, hasta el escrutinio de los inversores. La presión regulatoria también está aumentando, ya que los gobiernos de todo el mundo exigen mayor transparencia en materia de emisiones.

Esto coloca a los CIO y CTO en una nueva posición, donde las decisiones de infraestructura deben alinearse con los compromisos climáticos. Y, si bien no existe una solución única, un punto de partida práctico es preguntarse: ¿dónde se ejecutan nuestras cargas de trabajo y cuál es el costo ambiental de esa decisión? Porque cada decisión digital ahora es una decisión ambiental. 

El camino hacia las cero emisiones netas no se construirá solo con promesas, sino mediante miles de pequeñas decisiones basadas en datos, como trasladar una carga de trabajo a una región más limpia, o consolidar recursos infrautilizados. Estos no son cambios glamorosos, pero son poderosos y, en la carrera por reducir las emisiones, podrían ser los más importantes.

Julio César Castrejón es country manager de Nutanix México. Cuenta con más de 15 años de experiencia en la industria de tecnologías de la información, incluidos los segmentos de almacenamiento, seguridad y software. Tiene un extenso conocimiento de cada una de las figuras dentro del ecosistema de tecnologías en la nube, y es impulsor del contacto y la relación cercana con clientes y partners. Es ingeniero electrónico por el Tecnológico de Monterrey, con especialidad en Liderazgo y Habilidades de negocio por la Harvard Business School. Previo a este cargo, se desempeñó en diferentes posiciones de dirección en Pure Storage, Dell EMC e IBM.

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