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Blockchain no desapareció, solo dejó los reflectores

La tecnología de cadena de bloques ha seguido madurando en silencio, encontrando su lugar en sistemas críticos como la trazabilidad de las cadenas de suministro, los contratos, los gemelos digitales y la IA.

Hace algunos años, blockchain era la estrella indiscutible de cada foro tecnológico. Se hablaba de su potencial para descentralizar todo: desde las finanzas, hasta el voto electrónico. Hoy, el entusiasmo mediático se ha desplazado a otras coordenadas, como la inteligencia artificial generativa, y muchos se preguntan si la cadena de bloques fue solo una moda efímera. Pero la respuesta es otra: blockchain no ha desaparecido, solo bajó el volumen.

Si bien los reflectores cambiaron de dirección, esta tecnología siguió madurando en silencio, encontrando su lugar donde de verdad importa, en los sistemas que hacen que el mundo funcione. Un ejemplo emblemático es su aplicación en la trazabilidad de las cadenas de suministro, una pieza crítica para la economía global.

Bruno Juanes

En un entorno cada vez más interconectado y expuesto a disrupciones, la trazabilidad no es un lujo, es una exigencia. Desde la procedencia de los alimentos, hasta la autenticidad de un microchip, las empresas necesitan saber –y demostrar– de dónde viene cada componente, en qué condiciones viajó y quién lo manipuló; la transparencia es un “no negociable”.

Ahí es donde blockchain brilla con luz propia. Su arquitectura descentralizada permite crear registros inmutables, verificables y compartidos entre todos los actores de una cadena logística. No se trata solo de confianza, sino de eficiencia, reducción de fraudes, cumplimiento normativo y, en última instancia, de competitividad.

Hoy, la gran diferencia es que blockchain no trabaja en solitario. Está integrándose con nuevas tecnologías que la potencian y la hacen aún más estratégica, destacando tres en particular:

  • Sensores IoT (internet de las cosas): capturan datos en tiempo real desde los puntos de la cadena logística, como temperatura, ubicación y vibraciones durante el transporte. Esa información se registra en la cadena de bloques sin posibilidad de alteración.
  • Gemelos digitales: permiten simular cadenas de suministro completas. Al conectarse con registros blockchain, esos modelos ganan una capa de precisión e integridad sin precedentes.
  • Inteligencia artificial: quizás la alianza más poderosa. La IA no solo analiza los datos trazables que provee blockchain, sino que los convierte en predicciones logísticas, alertas proactivas y decisiones automatizadas. Desde anticipar cuellos de botella hasta optimizar rutas de distribución, la IA se ha convertido en la piedra angular que exponencia la eficiencia de toda la operación logística.

De la disrupción al valor tangible

Lo que está ocurriendo con blockchain es un fenómeno conocido en el mundo de la innovación, el paso del entusiasmo inicial a la integración silenciosa. La cadena de bloques dejó de ser la promesa ruidosa y se ha convertido en un componente esencial de arquitecturas tecnológicas más amplias. Esa es una buena noticia, pues significa que estamos dejando atrás la fascinación por lo nuevo y abrazando el valor de lo que funciona, conecta y transforma, aunque no siempre lo veamos en los titulares.

En tecnología, como en logística, lo verdaderamente poderoso no siempre hace ruido.

Bruno Juanes es CEO para el Norte de América Latina en Inetum, empresa dedicada al asesoramiento de compañías para implementar procesos de transformación digital. Bioquímico por la Universidad Autónoma de Madrid, cuenta con múltiples certificaciones como “Innovación Exponencial” por la Singularity University, “Estrategias de Inteligencia Artificial para Negocios” por el MIT, “Trabajo Híbrido" por la Universidad de Stanford y “Gobierno Corporativo” por Wharton School. Con más de 30 años de trayectoria, ha colaborado en compañías como PwC, Everis, Deloitte Consulting y, más recientemente, en Coca-Cola FEMSA como Chief Growth & Digital Officer.

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