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Se duplicaron las inversiones en deep tech en los últimos dos años

En América Latina existen 340 startups que calzan en el concepto de “deep tech”; cinco están en el Perú. En ellas han invertido ya 65 entidades, 15 de ellas fondos de capital emprendedor regionales especializados en el sector. El levantamiento de capital ha ascendido a unos US$2.000 millones hasta ahora.

De acuerdo con el informe “Deep Tech, la nueva ola”, producto del trabajo conjunto de analistas de BID Lab, AIR Capital y Deloitte, entre otros, existen 340 startups de ‘deep tech’ en América Latina y el Caribe. El ecosistema está valorado en US$8 mil millones y ha generado trabajo a unas 9.000 personas en 14 países de la región. Argentina, Brasil y Chile son los países que concentran la mayoría de estas empresas emergentes, cuentan con un capital emprendedor bien desarrollado y ostentan las iniciativas de mayor valor en el mercado.

El reporte establece que, en la región, hay tres startups con un valor superior a los US$500 millones, 24 superan los US$50 millones y 98 pasaron los US$10 millones. Entre todas, han levantado un capital de US$2.000 millones con 65 fondos y aceleradores locales e internacionales, 15 de los cuales son regionales y están especializados en deep tech. En Perú existen cinco startups que están valoradas en US$20 millones.

Ignacio Peña.

La proyección es que este mercado crezca 20 veces hasta el 2032. Pero, ¿qué son las deep tech y cómo se potenciará su desarrollo? Ignacio Peña, fundador de Surfing Tsunamis y autor del citado estudio, nos lo explica en esta entrevista.

¿Deep tech es una tecnología que ayuda al mundo o es solo un avance tecnológico de alta innovación?

Ignacio Peña: El término ‘deep tech’ fue acuñado en 2014 por Swati Chaturvedi, de Propel(X), y se refiere a las empresas que están construidas sobre descubrimientos científicos tangibles o innovaciones de ingeniería. Tratan de resolver los grandes desafíos que realmente afectan al mundo. Las startups de deep tech se concentran en sectores de tecnología de punta como la inteligencia artificial, la biotecnología, las energías limpias, robótica, impresoras 3D, etc.

¿Qué las diferencia de otras innovaciones?  

Ignacio Peña: La mayor parte de startups de América Latina desarrollan aplicaciones digitales con innovaciones de producto y de modelo de negocio, pero con bajo riesgo tecnológico. Las startups de deep tech tienen alto riesgo tecnológico y se proponen hacer cosas que no se sabe si van a funcionar, pero que si funcionan pueden producir mejoras relevantes a nivel mundial. Típicamente, realizan bastante investigación y desarrollo (I+D).

¿Cree que Latinoamérica va bien encaminada en ese rubro? 

Ignacio Peña: Definitivamente. En el estudio que desarrollamos, con el apoyo de BID Lab y varios actores del sector privado comprometidos con el desarrollo de la región, mostramos que ya existen cientos de empresas de este tipo en 14 países de América Latina y el Caribe. El país con la empresa más valiosa es Costa Rica, lo cual muestra que todos los países pueden aprovechar esta oportunidad si hacen las cosas bien. Identificamos 15 fondos de capital emprendedor en la región especializados en el sector y más de 60 fondos que realizan inversiones de forma oportunista. Además, mostramos que hay inversores especializados como SOSV (un fondo global que realizó 30 inversiones en startups de la región), que están obteniendo retornos muy atractivos. La región tiene ventajas competitivas significativas como la disponibilidad de cientos de miles de profesionales especializados que pueden multiplicar por más de cien veces [el valor del sector] a largo plazo.

¿Podría la región o el Perú tener un desempeño exitoso frente a otras latitudes?

Ignacio Peña: La región definitivamente puede generar startups exitosas a nivel global. Basta ver el caso de Establishment Labs, que desarrolla implantes mamarios con innovaciones avanzadas; está listada en NASDAQ, vale unos US$1.800 millones y exporta a más de 25 países alrededor del mundo. Las startups de deep tech pueden impulsar el I+D privado, que es el motor fundamental para que en países como Israel ese sector representa más de 5% del PBI.

Perú ya tiene startups deep tech, como Tumi Robotics, que desarrolla robots para minería, energía, oceanografía, etc., pero es sólo el comienzo, hay mucho por avanzar. No sólo creando startups, sino también adoptando de forma temprana tecnologías desarrolladas en otros países que pueden generar enormes beneficios a la población, como la inteligencia artificial, la energía solar, los vehículos eléctricos, los robots y los servicios de internet de banda ancha satelital.

¿Cómo ha ido creciendo el volumen de inversión en ellas en la región? 

Ignacio Peña: El volumen de inversión en el sector de deep tech es muy incipiente. La mayor parte de las startups del sector fue fundada en la última década y la penetración del sector en las inversiones de capital emprendedor es muy baja. Pero justamente ahí está la oportunidad y por eso es que está creciendo, mientras que las inversiones en otros rubros, como comercio electrónico o finanzas digitales, perdieron terreno en los últimos 18 meses.

Hace tres años se hablaba ya del gran salto, ¿cómo continuó evolucionando? ¿Fue un gatillador la pandemia? 

Ignacio Peña: En 2021, la región dio un fuerte salto de inversiones en startups en general. En los últimos 18 meses, las inversiones de capital emprendedor en general retrocedieron significativamente debido al aumento de tasas en Estados Unidos: fue un fenómeno global. Pero las inversiones en deep tech en 2022 fueron casi dos veces superiores a las de 2020 y en otras regiones también vimos al sector de deep tech ganando espacio respecto de otros sectores.

¿Se necesita una regulación especial del Estado para potenciar su crecimiento?  

Ignacio Peña: Lo más importante es la creación de programas de fondos reembolsables de contrapartida para estimular la creación de incubadoras y aceleradoras de etapa temprana con foco en startups de deep tech. Este tipo de programas han sido exitosos en muchos países como Israel. Consiste en que el Estado invierte un dólar por cada dólar invertido por el sector privado en las mejores aceleradoras e incubadoras de etapa temprana que se presenten. Si las aceleradoras o incubadoras tienen éxito, devuelven el dinero con intereses. Esto cambia el perfil de riesgo-retorno percibido por el sector privado y acelera la formación de este nuevo sector, que luego puede pasar a crecer de forma autónoma. 

¿Está el ecosistema dotado de los mecanismos adecuados para su expansión? 

Ignacio Peña: Ya hay muchas cosas buenas y sobre esa base es posible comenzar a construir, pero hay mucho por hacer para aprovechar al máximo la oportunidad. En la mayoría de los países de la región todavía no se ha percibido el verdadero potencial de esta oportunidad, por lo que aún no se han puesto en marcha, de una forma sistemática, las políticas que promueven al sector. Por eso realizamos el estudio y presentamos en el último capítulo una batería de posibles acciones que puede servir de guía para el desarrollo del sector que está basada en mejores prácticas internacionales. Confío en que, en los próximos años, veremos un número creciente de casos de éxito que estimularán el desarrollo del sector.

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