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La transformación digital del Estado: ¿Qué podemos esperar en México?

La transformación digital en el gobierno es un proceso que no se trata solo de la digitalización de la burocracia, sino de cambiar la forma de brindar servicios a los ciudadanos y mejorar su experiencia utilizando tecnología.

En un momento en que se cuestionan los efectos del mal uso de las plataformas tecnológicas a través de la difusión de fake news y desinformación, otra revolución tecnológica podría acelerar las condiciones de civismo en el país durante muchas décadas. La transformación digital tiene la capacidad de permitir que México alcance rápidamente un estándar de servicios públicos similar al que se encuentra en naciones más avanzadas, consolidando su proceso de democratización a través de una mayor confianza entre los ciudadanos y el estado.

Dado que el apoyo a la democracia es más empírico que filosófico, las personas necesitan experimentar los beneficios de la libertad, la capacidad de respuesta y la eficacia para aumentar su compromiso. Es decir, en la medida en que el ciudadano tenga la tranquilidad de cuestionar a las autoridades públicas sobre sus problemas, siente que los gobernadores y representantes son sensibles a ellos y confía en que el estado buscará resolverlos dentro de buenas relaciones costo-beneficio, y esto sin duda hace que la democracia crezca.

La transformación digital, que sin duda es un concepto más amplio que la digitalización, ofrece herramientas con el potencial de consolidar la democracia a un nivel y una velocidad inimaginables. La pandemia, curiosamente, proporcionó una prueba de lo que es posible: la telemedicina permitió seguir a millones de pacientes sin necesidad de desplazarse a hospitales y consultorios. El registro de personas para recibir algún tipo de asistencia de emergencia generó alivio y descubrió a personas que no estaban en el mercado laboral formal ni en programas sociales, abriendo un nuevo horizonte para diseñar otras políticas públicas. Las aplicaciones de entrega permitieron la continuidad del negocio de diferentes establecimientos comerciales.

La modernización digital es una realidad que se impone a los gobiernos con oportunidades y riesgos. Una es la inevitable comparación que hará el ciudadano entre la experiencia y los servicios que ofrecen los sectores público y privado. Si la distancia es demasiado grande, en lugar de aumentar la satisfacción y la confianza en el gobierno, el resultado puede ser el contrario, con una presión adicional sobre el sistema político. Si bien existen múltiples iniciativas en marcha en el mundo, no existe una ruta de éxito definida y las posibilidades de cambios positivos son proporcionales a las de frustración social si el resultado es la reproducción de las deficiencias actuales en el mundo digital.

No se trata de solo digitalizar los datos

La simple digitalización de protocolos y la burocracia es un tipo de error que debe evitarse. Aunque es un paso necesario, es solo el comienzo del viaje. Otro problema es sobreestimar la capacidad del Estado para desarrollar todas las soluciones tecnológicas necesarias para resolver los problemas de la ciudadanía. Ningún gobierno podrá tener a su disposición una cantidad de programadores que se acerque siquiera a lo que las grandes y expedientes empresas tecnológicas pueden contratar y retener. Es más productivo y económico apostar por alianzas que por competencia o estructuras paralelas.

No necesitamos reinventar la rueda. Ya existen casos de adopción y despliegue por parte del propio sector público a nivel mundial de una amplia gama de aplicaciones de SaaS (software como servicio) ampliamente utilizadas en el mercado.

Por tanto, el primer paso para hacerlo bien es la creación de un entorno de colaboración y horizontalidad que permita a cada actor –gobierno, ciudadanos y empresas– desempeñar su papel de la mejor manera posible. Cada país sigue buscando su propio camino en dirección hacia a la transformación digital, y las bases para esta construcción debe centrarse en un ambiente de diálogo, confianza e innovación capaz de promover este cambio. La calidad del entorno regulatorio es fundamental para avanzar.

En las últimas semanas presenciamos en México un paso más para el avance del país, para seguir compitiendo por inversiones y para que no se quede fuera del contexto internacional. La Estrategia Digital Nacional (EDN) presentó el plan del gobierno para acceso a las tecnologías de la información y el uso por parte de la administración pública. Desde el punto de vista del ciudadano, necesitamos aún más para alcanzar un nivel satisfactorio de servicios del gobierno basados en la independencia, la autonomía y la soberanía tecnológicas.

Por el momento, hay temas que necesitan ser más competitivos y seguir una ruta aún más positiva y pragmática, sobre todo cuando el país discute sobre los nuevos conceptos y temas de soberanía tecnológica y autonomía.

El nuevo uso de TIC ya es capaz de garantizar soberanía si involucramos al ecosistema de govtechs, buscando autonomía, con una arquitectura abierta, interoperable, con la que no se dependa de ninguna tecnología en particular y que esa arquitectura abierta se use para atender al ciudadano mexicano.

Ahora es el momento de acelerar la transformación digital transversal que, más allá del sector público, impacte a otros sectores fundamentales de la economía mexicana, como manufactura, turismo, la industria petroquímica, automotriz, etc. Necesitamos enfocarnos en temas y proyectos prioritarios, con fechas y retos aún más claros, para atraer más inversiones.

En términos generales, y aquí hay una observación que no se limita a México, los gobiernos deben continuar en la búsqueda de reducir la brecha entre el uso innovador de las TI, que sus ciudadanos han comenzado a experimentar con la nueva rutina del comercio electrónico. Esta acción tiene el papel clave de evitar aún más la desconfianza hacia los gobiernos y administraciones públicas en la prestación de servicios de gran importancia para la vida de los ciudadanos de a pie.

El principal objetivo, sin embargo, y que se presenta como una gran oportunidad, es la consolidación y fortalecimiento de la autoridad democrática. Es un circuito de retroalimentación. Los valores colectivos y las garantías individuales producen un entorno democrático para la innovación. Las soluciones que se derivan de él alimentan mejores servicios públicos y aumentan la confianza de los ciudadanos en las instituciones. Tener este ciclo como prioridad y como parte de una política continua de estado es la forma más rápida y segura de lograr el México que los mexicanos desean.

Sobre el autor: Diogo Brunacci es director de Relaciones Gubernamentales y Políticas Públicas en Oracle Latinoamérica. Cuenta con 22 años de experiencia trabajando en temas de relaciones legislativas, corporativas y con gobierno, y ha formado parte de empresas como Amgen, SAP, Sanofi, Vale, British American Tobacco y Eli Lilly, entre otras empresas en Brasil. Puede revisar el artículo original en el blog de Oracle.

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