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Cómo construir un plan exitoso de migración a la nube en 3 pasos

Migrar a la nube no es una tarea simple. No todas las cargas de trabajo se benefician de la mudanza, así que primero forje una estrategia sólida de migración a la nube.

El atractivo de la computación en la nube puede hacer que parezca que todos los recursos de una organización deben migrarse de inmediato. En ciertos casos, las plataformas de nube pública pueden ser tremendamente útiles. En otros, sin embargo, una migración a la nube probablemente no tiene sentido.

Las organizaciones deben analizar detenidamente sus inversiones existentes en infraestructura, desde hardware hasta carteras de aplicaciones, arquitectura de red y más, para determinar si un movimiento será beneficioso.

Aquí exploramos varios factores que deberían guiar un plan de migración a la nube y ayudar a determinar si es adecuado mover las cargas de trabajo locales a la nube pública.

  1. Evaluar la infraestructura actual

Una de las primeras consideraciones de una organización como parte del proceso de migración a la nube es su inversión en el centro de datos existente. Esto implica no solo los costos de licencia, sino también los costos asociados con el consumo de recursos de hardware y la infraestructura de soporte. Como tal, una organización casi siempre tiene inversiones significativas en servidores locales. La externalización de los datos y/o la funcionalidad de un servidor a la nube puede significar que una empresa abandona esa inversión local a menos que pueda reutilizar esos servidores.

Aunque un enfoque de elevación y cambio para las migraciones en la nube puede no tener sentido financiero para las organizaciones con una gran inversión en un centro de datos local, una organización aún puede beneficiarse de la migración de ciertos recursos locales a la nube.

Actualice su ciclo de vida de hardware. No importa cuán bueno sea el hardware de su servidor, eventualmente se volverá obsoleto. Las organizaciones de clase empresarial tradicionalmente hacen frente a esta obsolescencia esperada mediante la adopción de una política de ciclo de vida de hardware, por ejemplo, para retirar y reemplazar servidores después de cinco años. En cambio, una organización podría integrar una hoja de ruta de servicios en la nube en su política de ciclo de vida de hardware, lo que permite a los equipos de TI migrar recursos locales a la nube en lugar de moverlos a un hardware más nuevo.

Aunque la nube es cada vez más popular entre las grandes corporaciones, las organizaciones pequeñas y las nuevas empresas se sienten particularmente atraídas por la computación en la nube porque proporciona acceso a hardware de clase empresarial y características tolerantes a fallas que de otro modo podrían ser inasequibles. Del mismo modo, las nuevas empresas pueden beneficiarse de los servicios en la nube porque pueden acelerar rápidamente sus operaciones sin inversiones en recursos de centros de datos locales.

  1. Sopesar los factores de migración de la aplicación

Como parte de un plan de migración a la nube, los administradores deben considerar si la aplicación puede funcionar en la nube y, si puede, cómo la nube podría afectar su rendimiento.

La compatibilidad generalmente no es un gran problema para las aplicaciones más nuevas que se ejecutan sobre los sistemas operativos modernos. También es fácil suponer que el rendimiento no será un problema para tales aplicaciones porque la mayoría de los proveedores de la nube le permiten asignar recursos según sea necesario. Sin embargo, para aplicaciones más antiguas que se ejecutan en sistemas operativos heredados, un cambio a la nube puede no ser una opción.

Hay mucho que considerar antes de cambiar las aplicaciones de las instalaciones, entonces, ¿cuáles deberían ser los elementos prioritarios en su lista de verificación de migración a la nube?

Trazar el rendimiento en la nube de su aplicación. Además de los posibles ahorros de costos, una gran razón para mover aplicaciones a la nube es mejorar su rendimiento. Eso puede significar un mejor tiempo de respuesta o un procesamiento de transacciones más rápido. Elija los servicios en la nube adecuados que aumentarán el rendimiento de su aplicación, o que al menos mantendrán el rendimiento de un servidor de aplicaciones local.

Garantizar disponibilidad. Aunque puede aprovisionar una máquina virtual (VM) en la nube con recursos informáticos y de memoria casi ilimitados, el ancho de banda de internet puede dificultar el rendimiento de la aplicación. No sirve de nada alojar un servidor de aplicaciones de alto rendimiento en la nube si las limitaciones de ancho de banda se interponen en el camino de una buena experiencia de usuario. Asegúrese de que su conectividad en la nube sea compatible con las necesidades de rendimiento de su aplicación.

Plan de portabilidad. A menudo es fácil migrar un servidor de aplicaciones virtualizado a la nube, pero una aplicación puede tener dependencias externas que descartan, o complican en gran medida, una migración a la nube. Determine todas las dependencias de una aplicación para que no haya cabos sueltos después de la migración a la nube.

Sopesar la escalabilidad versus el costo. Algunos analistas de TI sugieren que los servicios en la nube son ideales para alojar cargas de trabajo intensivas en hardware porque las plataformas en la nube generalmente ofrecen una escalabilidad casi ilimitada. Un proveedor de la nube generalmente puede escalar sus ofertas para satisfacer incluso las cargas de trabajo más exigentes, pero esta escalabilidad tiene un precio.

Los proveedores de la nube pública, como Microsoft y AWS, generalmente cobran tarifas basadas en el consumo de recursos. Como tal, un entorno informático de alto rendimiento basado en la nube puede volverse un costo prohibitivo. Un cliente me dijo, por ejemplo, que cuesta miles de dólares por mes operar una sola aplicación de alto rendimiento en la nube, principalmente debido al consumo de CPU y E/S de disco.

Establecer líneas de base para la comparación. Las pruebas de laboratorio son la única forma de saber cómo se comportará una aplicación en un entorno de nube. Calcule las líneas de base para el rendimiento y la disponibilidad local de su aplicación. Luego evalúe cómo se ejecutará en la nube. Las pruebas proporcionan objetivos claros sobre qué esperar e identifican dónde podría retrasarse el rendimiento cuando migre de verdad.

  1. Evaluar la red

Otro factor a tener en cuenta al crear un plan de migración en la nube es la red local. Si una organización desea mantener los recursos en las instalaciones, incluso temporalmente, la red en la nube debe funcionar como una extensión del bosque del directorio activo (AD) en las instalaciones. Por lo general, una organización implementa controladores de dominio basados ​​en la nube, servidores del sistema de nombres de dominio y posiblemente servidores del protocolo de configuración dinámica de host (DHCP). Más importante aún, la organización establece una ruta de comunicación segura entre la red virtual basada en la nube y la red local.

Este requisito generalmente no es un factor decisivo para las organizaciones con una red local existente, pero sí significa que una organización puede requerir una planificación adicional en torno a su migración a la nube.

A medida que una organización contempla los riesgos y beneficios de la migración a la nube, es importante tener en cuenta que una migración exitosa a la nube no es una propuesta de todo o nada. En la mayoría de los casos, tiene sentido mover ciertos servicios a la nube y continuar operando otros en las instalaciones.

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